domingo, 23 de abril de 2017

Miedo a la identidad

"Dejar atrás las reivindicaciones identitarias", así es como algunos piden la celebración de un día, proclamado como festividad de la autonomía, que aún es repudiado por muchos por falta precisamente de ese apego identitario que no se refleja en las políticas aplicadas desde hace décadas.
Cuando uno oye que hay que dejar atrás las reivindicaciones identitarias, le llega a la mente las épocas del colonialismo, en las que el invasor imponía por la fuerza su cultura y costumbres, castigando a aquel que no se sometiese. Quizá no sea tan diferente lo que sucede actualmente, será por eso que desde hace tantos años se ha castigado con la ruina y el desprecio a los que se revelan contra el colonialismo impuesto desde las instituciones autonómicas.

Si se dejasen atrás esas reivindicaciones, equivaldría a convertirse en un apátrida​, un extranjero en su propia tierra. Porque se acabaría deambulando sin ninguna razón para defender o luchar porque haya un futuro digno en esa tierra que le vio nacer y/o crecer.

¿Como se puede vivir sin reivindicar la identidad propia? Sería vivir como un traidor a su patria, sea grande o chica. O en su caso, no ser nadie. Porque quien no tiene identidad, no tiene nada, no es nadie.

¿Que identidad tienen aquellos que rechazan reivindicar la identidad?
Se podría decir que no creen en banderas, ni fronteras, que creen en el anarquismo. Entonces ¿por que celebran el Día de la comunidad u otro tipo de celebraciones? ¿Porque ensalzan otras fronteras y banderas?

Eso significa que no es problema de identidad, sino de ALGUNAS​ identidades, y sobre todo el miedo a lo diferente, cual estado dictatorial que niega la personalidad a sus habitantes.

También podría ser que su identidad no estuviese basada en banderas o fronteras tradicionales, siendo el poder y el dinero, regada con extremismo ideológico y marinada con otros sentimientos, generalmente de bajo calado, su única identidad. Algo que por desgracia cada vez es más habitual, donde los intereses en cada momento mueven las fronteras y ponen las banderas solo por interés personal, despreciando y manipulando hasta la historia, con tal de poner las líneas y los símbolos según interese. Entonces se envuelven en una u otra bandera según el momento, y la usan como arma contra otras identidades, pero no dejan de ser unos traidores a la misma en cuanto no la necesiten, cambiándola como cambian de ropa interior. Porque no es cosa de identidad, sino de poder para manejar a la gente a su gusto.
Ya sea como excusa colonialista, o por el ansia de poder, algo que en muchos casos se complementan, lo que hay es miedo. Porque un pueblo con orgullo, que lucha por lo suyo, que conoce su pasado, cultura y contumbres, es peligroso ante quien solo busca imponer sus normas y leyes.
Por desgracia para estos candidatos a dictadorzuelos, nunca en la historia se ha podido arrebatar a nadie su ansia por reivindicar su identidad, a no ser que el rebelde fuese ejecutado. De momento las ejecuciones son cosa del pasado en estos lares, así que las reivindicaciones seguirán mientras haya alguien que se empeñe en acabar con la identidad de cualquier pueblo.
Y como sea que el pueblo leones sigue vivo, dada la situación del mismo, la reivindicación seguirá adelante, a pesar de apátridas y otros personajes con bajos intereses que les moleste.
Porque aquellos que rechazan estás reivindicaciones identitarias, lo primero que deberían explicar, además de tal rechazo, a que tienen apego. Ya que si rechazan que alguien pueda reclamar su identidad ¿con que  tipo de excusa pueden identificarse con alguna identidad, patria o bandera? ¿acaso su máxima es la anarquía?

miércoles, 19 de abril de 2017

Del leonesismo imposible al increíble.

Tras estos días de pasión, también de vacaciones para muchos​, de relax, alejados lejos de la monotonía diaria, da tiempo a ordenar ideas y reflexionar sobre otras.


Una de los más extraños fenómenos que se vive diariamente, y que muchos vivimos inmersos en ello, en las tierras leonesas, se llama leonesismo. Y digo extraño por todo lo que sigue según lo vivido, desde hace años, que nada tiene que ver con algo normal dentro de cualquier movimiento.

Así lo define la RAE:
leonesismo
1. m. Palabra o uso lingüístico propios de los leoneses.
2. m. Amor o apego a lo leonés.

Respecto a la primera definición, la voy a dejar aparte, siendo la segunda acepción la que seguramente mueve a la mayoría de los leoneses a trabajar por mejorar nuestra tierra. Nótese que he dicho mayoría, no generalizo y digo todos, porque considero que generalizar e incluir a todos en el mismo barco siempre, y en todos los casos, es un error. Pero, aún a pesar de ello, poca gente no quiere el bien para la tierra que le vio nacer o crecer, aunque a veces parezca lo contrario.

A esas dos acepciones quizá se podría añadir otra, en la que se incluyese a los movimientos, asociaciones, partidos, personas, etc... que de una forma u otra se implican, analizan, debaten o simplemente hablan del estado pasado, presente y futuro, de las tierras leonesas. Eso que se viene llamando leonesismo social o político, que alguien también se bautizan como movimientos leonesistas, o tantos otros nombres, de los que hasta su propia denominación es parte de estas reflexiones.

Como todos y cada uno, hubo un momento en el que nos interesamos y entramos en esa vorágine del leonesismo activo. Y el que escribe, lo hizo preocupado de la gran división que había dentro de este mundillo, buscando, iluso de mí, una unidad o acercamiento que pudiera servir para ganar fuerza.
Ya han pasado muchos años de ello, y lejos de llegar a entendimientos, lo que hay son excesivos personalismos que llegan hasta puntos tan insospechados, que a veces llega a ser casi imposible entender el leonesismo en ninguna de sus acepciones.

Los puntos son tan distantes, que hasta la propia historia leonesa, según quien la cuente, según quien la interprete, tiene matices tan contradictorios, que es imposible tener un discurso común y coherente para enlazar esas versiones. Y todo esto pudiera partir de distintas fuentes de documentación, pero por desgracia, como suele suceder en la propia interpretación de la misma historia, el resultado actual es más de egos, de personalismos y de frentismos, que de arduas investigaciones, por mucho que algunos lo intenten negar. Se trata en todo momento de adaptar la historia a los intereses personales y personalistas de cada autor. Incluso con publicaciones en medios, libros a la venta, que tarde o temprano tienen su espacio, también su ejemplar en las librerías para contradecir o "corregir" al anterior.

Y cuando digo la historia, me refiero también a la cultura, tradiciones, patrimonio, hasta símbolos o incluso toponimia. Todo tan ambiguo, tan interpretable, como cada uno quiera, porque ya es conocido que el pasado es tan moldeable como el interés de cada uno lo permita. Llegando a preguntase quien dice la verdad​, quien miente, quien busca un sentido, quien trata de construir y quien destruir. Sea como sea, parece que tanto escritores, disertantes y demás personal que opina sobre el tema son, o por lo menos creen ellos mismos ser, expertos conocedores del tema, auténticos licenciados que tienen claro el suelo que pisan, lo incomprensible es que ante tanto "erudito" versado en la temática, haya por el contrario tantas versiones tan dispares.

Y con estos egos, engordados día a día, sin posibilidad cercana, y difícilmente lejana, de acercamiento, cualquier debate es infructuoso, sino directamente esquivado, porque antes esta el yo conmigo mismo. Algunos directamente llegan hasta al insulto en cuanto cuestionas una simple coma, dejo en manos del lector la opinión que cada uno tenga sobre estos personajes, pero para el que escribe, el insulto es la viva imagen de la frustración de quien no tiene respuesta lógica ante las posibles dudas, preguntas o debate.

Se podría pensar que en muchos casos es fruto de las diferencias ideológicas, en muchos casos llegadas a estar enmarcadas en los fanatismos, que también las hay dentro del mundillo leonesistas, o incluso encuadrarse en corrientes populistas (en ningún caso tomando populismo como una acepción negativa) fruto de los cambios sociales sufridos en los últimos años, que también las hay. Pero lejos de todo eso, el resultado es que el frentismo, el odio y los personalismos,  son los que se "unen" dentro del leonesismo.
Cualquiera que lo vea desde fuera se sorprende como tras estos grandes distanciamientos aún existe un movimiento leonesistas.  Más cuando de ese movimiento surgen todo tipo de personajes que por una u otra razón acaban en las garras de los supuestos, o quizá no tan supuestos enemigos del leonesismo. O cuando dentro del propio leonesismo se enfrentan las ideas más básicas, solo con tal de llevar la contraria a quien, por h o por b, ya tenido un encontronazo en el pasado, y ese rencor acaba pagándolo hasta con la contrariedad en la ideas.

Todo es tan confuso, que cualquier proyecto, de cualquier colectivo, acaba siendo criticado, raramente de forma constructiva, y parece estar obligado a que todo el leonesismo de su visto bueno, o más aún, que aquel que no cuente con su presencia es directamente rechazo por ser considerado una traición al leonesismo, porque de una forma u otra, aquí cada uno se considera el único y verdadero leonesista, y el resto son sucedáneos. Pero también lo contrario, porque casi es exigencia apoyar ciertos eventos, no vaya a ser que alguno quede señalado por no hacerlo. Un quiero y no puedo, un contigo pero sin ti.

Eso sin hablar de el enfrentamiento de generaciones. Los nuevos acusan a los viejos de estar anclados en medidas fracasadas, despreciando mayormente los logros logrados durante estos años. Y los viejos recelando de las nuevas medidas, en muchos casos por haber sido ya valoradas y descartadas en su momento, es decir, que no son medidas tan nuevas, y en otras porque simplemente todas las ideas ya están sobre la mesa y lo único que se trae de nuevo son ideas recicladas, ya sean de las añejas, o de otras exportadas de otros movimientos.

Vamos, algo tan surrealista y sin sentido, que es incomprensible como la palabra leonesismo no tiene una cuarta acepción con significado cercano al esoterismo, la ciencia ficción o la magia negra.

¿A que lleva todo es esto? Pues a muchas dudas, ya no a tantas preguntas, porque por desgracia las respuestas ya se han estado resolviendo durante estos años, a mucha desafección, a más preocupación por una lado, aunque desinterés por el otro, y por desgracia casi a contagiarse de ese rencor que inunda este mundillo.

¿Al abandono? NO, por supuesto que no. Porque la segunda acepción de la RAE quizá siga siendo ese pegamento extraño, incomprensible, que a muchos nos sigue uniendo a este rara avis, que nadie entiende como sigue volando.

Cada uno que piense lo que quiera, hace tiempo que me da igual. Incluso me da igual que algunos se enfaden con este artículo, sea por la razón que sea, es mi visión particular de la situación actual, y si a alguien no le guste, que se rasque. No será la primera ni la última.

Incluso habrá muchos que no se se vean reflejados entre estas líneas, aseguro que hay muchos más de los que quisiera, y no lo digo con desprecio hacia nadie, sino como algo constructivo que debiera hacer pensar a muchos; aunque, como ya he comentado, no espero ningún movimiento ni cambio, esa esperanza ya está perdida en el pasado.

¿Hay alguna solución? Tristemente se va alejando día a día, porque los personalismos y frentismos se agravan según pasa el tiempo. Se podría esperar que sangre nueva pudiera ser un relevo calmado y alejado de esas diferencias, pero resulta que cuando se acercan a este mundillo lo hacen de la mano de quienes ya han puesto sus barreras para evitar que haya acercamientos.

Y aún así, todo sigue adelante, el leonesismo imposible, sigue siendo el leonesismo increíble.
¿Hasta cuando? ¿Como? Imposible saberlo a tenor del día a día actual. Solo el tiempo dará las respuestas a estas últimas preguntas.

domingo, 2 de abril de 2017

Mojigatería contra libertad de expresión

Nos hemos convertido en un estado de mojigatos, en el que todo se analiza con lupa para comprobar que ni una coma moleste a tal o cual. O lo que es lo mismo, digas lo que digas, siempre habrá alguien molesto.

Pero esto no es nuevo, siempre ha existido, la propia condición humana nos hace distintos, no solo físicamente, sino moral y mentalmente, de forma que cada uno tiene su forma de pensar y ser, y por eso mismo lo que a uno le puede hacer gracia a otro le molesta. Lo grave es que ahora se llega a condenar por decir lo que se piensa, por el simple hecho de molestar a otro.

Se podría pensar que esto es fruto de un tipo de ideología concreto, pero lo cierto es que, desde un extremo al otro, pasando por en centro, no se salva ninguna ideología. La única diferencia es que en algunos casos el que legisla endurece penalmente más unas u otras posturas, pero la realidad es que el contrario no anda nada lejos a la hora de condenar, quizá sin esa posibilidad de llevar con tanta facilidad a los tribunales, pero no por ello con menos dureza.

Y como de mojigatos nada el tema, entre unos y otro se enzarzan entre ellos, porque el odio, el frentismo y el revanchismo acaba siendo otra de las herramientas para que los gazmoños de cada lado contaminen e impregnen más de esta penosa mojigatería todo lo que nos rodea.

Se acabó el humor y la sátira, ya no son reales, sino un maquillaje que tiene que pasar por el filtro de la mojigatería para no ofender nada o demasiado.
Se acabaron las tertulias abiertas, porque hay que ser políticamente correctos y no decir lo que se piensa, no vaya a ser que alguien acabe condenado o criticado salvajemente, incluso con amenazas de muerte.

En pocas palabras, se acabó la libertad de expresión, porque siempre habrá un ofendido con derecho a denunciar.

Y con este estado de excepción, digno de las dictaduras represivas mas despreciables, se pretende dar la imagen de una sociedad avanzada y tolerante con cualquier tipo de condición.

¿Que tolerancia hay cuando no se puede hablar de cualquier tema con libertad?
¿Acaso la represión es el arma para defender cualquier tipo de causa?
¿Cuando se ha pasado de luchar por las libertades a acabar siendo un estado de mojigatos que cercena hasta la mismísima libertad de expresión hasta con penas de cárcel?

Si, todo tiene que tener sus límites, sobre todo cuando la intencionalidad o el acoso están por medio, pero no hasta el punto de llegar a perder hasta el sentido del humor. Ya que si no hay humor ¿que nos queda, el odio, el cabreo continuo? Triste y penoso futuro estamos dejando...