Pero esto no es nuevo, siempre ha existido, la propia condición humana nos hace distintos, no solo físicamente, sino moral y mentalmente, de forma que cada uno tiene su forma de pensar y ser, y por eso mismo lo que a uno le puede hacer gracia a otro le molesta. Lo grave es que ahora se llega a condenar por decir lo que se piensa, por el simple hecho de molestar a otro.
Se podría pensar que esto es fruto de un tipo de ideología concreto, pero lo cierto es que, desde un extremo al otro, pasando por en centro, no se salva ninguna ideología. La única diferencia es que en algunos casos el que legisla endurece penalmente más unas u otras posturas, pero la realidad es que el contrario no anda nada lejos a la hora de condenar, quizá sin esa posibilidad de llevar con tanta facilidad a los tribunales, pero no por ello con menos dureza.
Y como de mojigatos nada el tema, entre unos y otro se enzarzan entre ellos, porque el odio, el frentismo y el revanchismo acaba siendo otra de las herramientas para que los gazmoños de cada lado contaminen e impregnen más de esta penosa mojigatería todo lo que nos rodea.
Se acabó el humor y la sátira, ya no son reales, sino un maquillaje que tiene que pasar por el filtro de la mojigatería para no ofender nada o demasiado.
Se acabaron las tertulias abiertas, porque hay que ser políticamente correctos y no decir lo que se piensa, no vaya a ser que alguien acabe condenado o criticado salvajemente, incluso con amenazas de muerte.
En pocas palabras, se acabó la libertad de expresión, porque siempre habrá un ofendido con derecho a denunciar.
Y con este estado de excepción, digno de las dictaduras represivas mas despreciables, se pretende dar la imagen de una sociedad avanzada y tolerante con cualquier tipo de condición.
¿Que tolerancia hay cuando no se puede hablar de cualquier tema con libertad?
¿Acaso la represión es el arma para defender cualquier tipo de causa?
¿Cuando se ha pasado de luchar por las libertades a acabar siendo un estado de mojigatos que cercena hasta la mismísima libertad de expresión hasta con penas de cárcel?
Si, todo tiene que tener sus límites, sobre todo cuando la intencionalidad o el acoso están por medio, pero no hasta el punto de llegar a perder hasta el sentido del humor. Ya que si no hay humor ¿que nos queda, el odio, el cabreo continuo? Triste y penoso futuro estamos dejando...
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