viernes, 8 de octubre de 2021

Una nueva religión en las redes sociales

Arturo Pérez Reverte, polémico en muchas ocasiones, que no se muerde la lengua, guste o no guste, no suele dejar impasible a muchos cuando es entrevistado. La visita al programa el Hormiguero, como suele suceder, ha dado muchos titulares, tanto a favor como en contra.

Podría comentar cada frase de la entrevista y ser un crítico más de la muchedumbre que le sigue, o persigue en buena parte de las ocasiones, pero ni quiero, ni me da la gana, sumarme a esa turba que analiza cada signo de puntuación de D. Arturo. Esas opiniones me las guardo para mí porque, sin pretender ser un petulante por lo dicho en la misma entrevista, «pa que».

Eso sí, quiero detenerme en una definición que he encontrado más que acertada, la que hace sobre lo que se mueve en las redes sociales, esa «nueva religión» que inunda las distintas plataformas digitales. 



Sin duda la nueva religión que manifiesta que se está imponiendo es, posiblemente, la mejor definición de la invasión que sufren las redes, y más allá.

Esa nueva religión cumple con todos los componentes:
  • Los templos, ya no son edificios como iglesias o imponentes catedrales, ahora son Facebook, Twitter, Instagram, etc...
  • Los clérigos podrían ser muchos influencers o community manager, sobre todo los que buscan la deformación ideológica difundiendo sus mandamientos.
  • Por supuesto están los pecados, extremos de nuevos movimientos sociales, y por tanto los pecadores, que serían los que se desvían del camino marcado. Difícilmente se perdona, casi es obligatorio separar al demonio de por vida, y en vez del purgatorio nace la "maldita hemeroteca" como castigo para la eternidad.
  • Como cualquier religión, el adoctrinamiento es su máxima, o estas con ellos o eres un hereje.

Y, como cualquier religión a lo largo de la historia, miles, incluso millones de seguidores, siguen fanáticamente las doctrinas, exaltándose cuando alguno se desvía o incluso pone en cuestión los mandamientos de esta nueva religión.

Es cierto que la "gente inocentemente analfabeta" es la mas sensible para acabar en "manos de esos fanáticos". Lo grave es que, al igual que la mayoría religiones, cuando los seguidores dejan de ser una multitud, y pasan a condicionar el conjunto de la sociedad, hasta los mas ilustrados se ven obligados a tener que asumir alguna de las doctrinas. Eso sin contar cuando la religión corrompe al poder para imponer por decreto sus mandamientos, o el poder se aprovecha de la misma para ganar adeptos.

El mundo sigue girando, la historia se sigue escribiendo, pero poco cambia respecto a la forma de manipular cada época, en muchos casos con dioses menos divinos, aunque a veces lo parezcan tal y como algunos los tratan hasta en los momentos más delicados, sigue siendo la base de los intentos de cambiar las sociedades.

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