jueves, 25 de octubre de 2012

Diputaciones y corrupción.

Desde algunos sectores se exije el fin de las diputaciones por ser hervideros de corrupción y agencias de colocación para amigos y familiares.
Si nos atenemos a la realidad, desde el ayuntamiento mas pequeño, pasando por las comunidades autónomas, hasta el gobierno de la nación adolece de los mismos males que las diputaciones ¿también hay que acabar con esas instituciones?


Si legalmente la corrupción y otros movimientos asociados a ella, es un delito, lo que habría que hacer es juzgar a los delincuentes y limpiar TODAS las instituciones, y no culpar a las instituciones del fracaso de un sistema que permite esos delitos.

Claro, que los discursos populistas, dirigidos solo a buscar adeptos, prefieren la vía fácil y seguramente exculpatoria, para así evitar unos escándalos que salpicarían a tantos y tantos que prefieren ocultar y eliminar antes que juzgar.

Siendo prácticos, las diputaciones, a parte de los chanchullos y corruptelas, han demostrado que sirven para que las pequeñas poblaciones y el entorno rural siga subsistiendo.

Claro, que son un escollo, por una parte para grandes Ayuntamientos que ven recortados los ingresos que podrían recaudar del alfoz de los mismos, y por otra parte por unas CCAA que no consiguen quitar todas las competencias a dichas diputaciones y por tanto no pueden mangonear a su gusto.

Nadie duda que las diputaciones, además de limpieza, necesitan una reconversión para adaptarse a los nuevos tiempos. Pero a pesar de todo, tras las entidades menores, Juntas Vecinales y Ayuntamientos, son las entidades mas cercanas al ciudadano, y su desaparición significaría abandonar miles de núcleos. Nucleos que acabarían en manos de unas CCAA que en su mayoría han demostrado su fracaso por culpa de un sistema centralista que abandona totalmente a los pequeños núcleos.

Si a eso le sumamos que el fracaso autonómico, ha sido el gran trampolín de la corruptela política, la fachada para inventarse fundaciones, embajadas y otras entidades con el único objetivo de colocar amigos y familiares, y por otra parte se han dedicado a asumir competencias que han servido para manipular la realidad territorial, cultural y social, queda que las CCAA son el verdadero problema de la vertebración social y territorial que han de ser eliminados con urgencia. Y si las diputaciones sobrán, con mas razón las comunidades autonómmas, sobre todo aquellas que sin legitimidad se han dedicado a centralizar todos los recursos, abandonando la periferia a la ruina.


Sobra la corrupción, es evidente, y por eso hay que aplicar la ley para acabar con esa lacra. Pero no es causa para que unas instituciones centenarias, que han funcionado y administrado las pequeñas poblaciones durante muchos años, paguen por una corrupción consentida por TODOS, mientras otras que en solo unas décadas han demostrado su fracaso y adolecen de los mismos problemas, pero multiplicados debido a su extensión, se vayan de rositas y además se beneficien de la falta de ética  de aquellos que en vez de juzgar se dedican a esconder las vergüenzas por si les toca de cerca.

¿Porque tanto interés en acabar con diputaciones y tan poco por quitar de enmedio un fracaso tan evidente como ciertas comunidades autónomas? Quizá sea, como ya nos tienen acostumbrados a los leoneses, para fomentar manipular un sentimiento irreal que ahora tiene fronteras y necesitan quitarlas para así poder enseñar engañar a los ciudadanos.


jueves, 11 de octubre de 2012

Wert - Fundación Villalar, una doble vara de medir

Al oír al Ministro Wert que hay que "españolizar" a los alumnos catalanes, muchos saltaron escandalizados ante tamaña barbaridad, más propia de épocas pasadas que del siglo XXI. Incluso se ha llegado a pedir la dimisión del ministro por tales declaraciones.
Algo normal, cuando se supone que España es un estado plurinacional y pluricultural que debiera haber supera una época en la que la cultura y la identidad eran prisioneras de un estado dictatorial.

Pero estos que tanto se escandalizan por las declaraciones del ministro, llevan callando varias décadas ante la existencia de una Fundación cuyo objetivo es "acrecentar el sentimiento de pertenencia de los castellanos y leoneses a una Comunidad Autónoma con identidad propia", mediante unos métodos igualmente propios de regímenes anteriores y que en nada se diferencia de las pretensiones del ministro.

Con un plan, que no es más que la continuidad de los anteriores, la Fundación Villalar, pretende llevar a las escuelas leonesas y castellanas, un sistema adoctrinador que nada se diferencia a lo que las palabras del ministro Wert dijo en el congreso.

Pero claro, en el actual gobierno solo está un partido, mientras que en la Fundación Villalar lo integran hasta tres partidos, entre ellos algunos que reprueban las palabras del ministro Wert.

Mientras Wert solo ha dicho lo que piensa, la Fundación Villalar lleva intentando adoctrinar a los leoneses principalmente, y a los castellanos en menor medida, varias décadas. Es decir, palabras de uno, hechos de otros ¿Acaso las palabras son más peligrosas que los hechos?

¿Dónde llevan escondidos esos que ahora se rasgan las vestiduras ante las palabras del ministro? Quizá sea que el desprecio por la Región leonesa les impide ver con el mismo cristal las mismas situaciones.

Mas de un millon de euros al año de dinero público para una Fundación que se supone privada, y se dedica a pretender adoctrinar y manipular no pasa desapercibida para nadie. Algunos deberían de dar expolicaciones ante esta escandalosa situación que sigue queriendo aplicar un sistema precosntitucional.

Para algunos quizá hayamos entrado en el siglo XXI y no caben ciertas formas, lo grave es que esas formas si sean válidas según el caso o según quienes sean los afectados. Ya va siendo hora que cada uno ocupe su sitio, y los electoralismos, populismos y demás mandangas sean sacadas a la luz para demostrar la hipocresia de las dobles varas de medir.

viernes, 5 de octubre de 2012

Política o partidismo

Cuando la verdad duele, muchos se escandalizan, pero no deja de ser verdad. El juez Pedraz archiva la causa contra los imputados por promover la manifestación del 25-S proclamando que la decadencia de la clase política es la culpable de las situaciones vividas.

El deterioro de la política es notorio y palpable, es llamado espíritu de la transición, en el que la política, con sus virtudes y defectos, más o menos funcionó, se ha deteriorado hasta el punto que la propia palabra "política" debería en muchos casos ser revisada si se sigue asociando a la forma de actuar de los actuales partidos políticos.

Es tal el deterioro de esa palabra, que en muchos casos se debería de sustituir por la de partidismo, y dejar la de política solo para casos excepcionales.
Es caso más flagrante es sin duda las mentiras que el actual partido en el gobierno usó para llegar a gobernar. No dudó en usar cualquier estrategia para conseguir el poder, solo con el objetivo de acabar con su contrincante.
Por supuesto el actual partido en la oposición tampoco se queda atrás, ya que después de varios meses aplicando unas políticas liberales, ahora se enfrentan al gobierno por hacer lo mismo que ellos hicieron.
Vamos, que lo único que importa es negar al contrincante, aunque para ello se tengan que llevar al estado español por delante.
Esos casos, aunque más visibles, no son los únicos. Da igual el nivel que sea, desde pequeños Ayuntamientos, hasta las más altas esferas del gobierno, el odio y el partidismo han eclipsado a la política en la mayoría del territorio español.
Ante esta situación el pueblo reniega de los políticos, cuando en realidad lo que exige es que se haga política y no partidismo.
Pero al contrario sucede lo mismo, con un pueblo que hace política, porque es el que está debatiendo, proponiendo y buscando soluciones, lejos de siglas y de la ambición de los votos, es repudiado por la llamada "clase política" con la excusa de que si quieren hacer política deberían de ir bajo unas siglas a las elecciones.

¿Acaso unas siglas son sinónimo de política? Ya hemos visto que en la mayoría de los casos no, más bien son sinónimo de partidismo.
Sin embargo ¿es la política la culpable de la actual situación? ¿es la política la culpable de las manifestaciones, y el descontento del pueblo? ¿No será la falta de política, el servilismo a unas siglas o a unos estamentos ajenos a ella, los que provocan el descontento?
La política es imprescindible para el correcto funcionamiento de la sociedad. Y es la falta de esa política la que lleva a esa sociedad al caos y el desorden. Por eso ya va siendo hora de denunciar los partidismos, a los partidistas y que los políticos comiencen a gobernar. En situaciones difíciles es cuando los políticos han sacado las castañas del fuego, ahora solo falta saber si esos políticos llegarán a tiempo o será demasiado tarde.