domingo, 6 de diciembre de 2020

El escandalo de los mensaje de odio, un paso más del frentismo político y social.

Muchos se han escandalizado por ciertas conversaciones de un grupo de whatsapp en el que se llamaba a acabar con millones de españoles para preservar no sé qué valores. Esto no es nuevo, ya son demasiados años con muchos hilos llamando a la violencia, a quitar de en medio a los que molestan por tal o cual razón. E igualmente, ni es nuevo ni es exclusivo de unos u otros. Y tampoco evita que, dependiendo de que lado salga el mensaje, unos lo rechacen poniéndose como dianas, y los otros las lleguen a justificar, siempre con matices, esos mensajes. Rara es la ocasión en que todos los condenen sin excusas.

Con la actual crispación en la política, de la que buena parte de la sociedad se ha contagiado, estos mensajes de odio, cada vez mas extremo, no deberían extrañar a nadie, son el cultivo que unos y otros han conseguido que florezca. Porque la repugnante forma de hacer “política” en la que el insulto es ya demasiado habitual, la falacia se convierte en norma, y el desprecio en costumbre ¿Qué se puede esperar, si a todo eso se suman, tanto viejos extremismos, como nuevas tendencias agitadoras?

Y además tenemos unas redes sociales en las que algunos se sienten impunes, ya sea en muchos casos por el supuesto anonimato o en otros por la facilidad de compartir sin dar la cara, tenemos estos mensajes de odio, que son el siguiente escalafón del frentismo político y social. Se exige que las redes sociales censuren y borren estos mensajes, algo que con con sus luces y sus sombras, mas o menos van cumpliendo en muchos casos, pero es imposible llegar a todos, y además se enfrenta a la ética de cada uno y de cada parte del mundo en estos casos. Aún así esto sigue sin evitar grave y palpable problema.

Así que eso de asombrarse por estos mensajes es otra parte más del actual ambiente político de odio y fanatismo. En el cada uno salta según sea el mensaje y de quien venga, mientras el otro lo justifica, con sus matices, culpando siempre al contrario.

¿Cómo acabar con esto? Lo fácil sería legislar para condenar estos mensajes, como se ha hecho con ciertos artistas por sus letras insolentes o molestas para algunos. Algo que evidentemente no es solución, porque ya se ha demostrado que las condenas a los artistas, son un evidente atentado contra la libertad de expresión, y también porque por mucho que se condene, no acaban con los odios y frentismos extremos. 

Otra postura sería llegar a un pacto de estado, en el que todos, o por lo menos una notable mayoría de los partidos, en la que por lo menos todos los mayoritarios acordasen bajar los humos y empezar a debatir y hacer oposición sin insultos ni odios. Pero claro ¿Cómo llegar a ese pacto cuando es estrategia de partido y por desgracia también electoralista mantener la presión a base de insultos, desprecios y odios? Es necesario que todos, o esa notable mayoría, se presentasen de nuevo ante la sociedad con esas nuevas medidas, aislando a quienes no las acepten, y creando una nueva era de política de respeto por encima de las ideologías.

Por desgracia, a pesar de todo, no parece ser que nadie se quiera apuntar al carro del respeto mutuo, sin necesidad de imposiciones ni otras zarandajas ¿Acaso tendrá que suceder alguna desgracia para que se ponga la primera piedra?

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