sábado, 30 de mayo de 2020

Duodécima semana del estado de alarma

En lo político, hemos visto como en la cámara de la máxima representación de nuestra democracia, se han traspasado todos los límites. Como muchos, esa cámara ha dejado de representar al pueblo español, y se ha convertido en el ring de los egoísmos y los partidismos.

Un ring que tiene sus ligas menores en otras corporaciones. Pero lo más grave es que, de momento una minoría, se está contagiando de esa aberración, y se dedican a recorrer tertulias, redes sociales o publicar todo tipo de artículos, atacando al contrario cual guerra, en el sentido más estricto de la palabra. Nadie está a salvo, cualquier tipo de comentario es candidato a ser objetivo de los fanáticos sectarios que, aun siendo pocos, tienen una actividad inusitada solo por dejar plasmado su mensaje irracional de odio.

En el plano social, la alegría desenfrenada por pasar a nuevas fases de desescalada es evidente. Todos nos hemos de felicitar por haber conseguido ir venciendo las pequeñas batallas contra el virus, gracias a un ejemplar confinamiento que ha sido muy duro, pero efectivo.
Sin embargo, esa alegría no se puede olvidar de esa ejemplaridad demostrada las semanas pasadas. Si no se siguen cumpliendo las medidas de seguridad, no servirá de nada lo sufrido. Hay que seguir adelante, siempre con responsabilidad.

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