sábado, 31 de agosto de 2013

Los contratos

La patronal viene pidiendo la reducción de tipos de contratos, el gobierno, como no podía ser menos, se pliega a sus exigencias, agacha la cabeza, y anuncia dicha reducción. Los sindicatos, no se fían de que esa reducción vaya a servir para generar empleo. Pero al final todo. Queda en si ha de haber más o menos tipos de contrato.

Sea como sea, da igual la cantidad de tipos de contrato que haya, es más, quizá debería de quedarse en dos.
Uno temporal, o mejor dicho, de temporada, para cubrir aquellas plazas que por una u otra razón solo se necesitan en ciertas épocas.
Y otro indefinido, que permita una estabilidad laboral, y de paso unos planes de futuro, que además de dar tranquilidad al trabajador, fomentaría un consumo al no ver en peligro constante el puesto de trabajo. Eso sin contar con que el trabajador conseguiría una experiencia que sería un punto de inflexión para la rentabilidad de la empresa.
A todo esto van unidas, por supuesto, unas condiciones laborales, tanto para el periodo de contratación, como para la extinción de los mismos.

Por desgracia a los empresarios les importa un rábano, ni la estabilidad, ni siquiera el número de contratos, simplemente quieren poder contratar y despedir a la carta, sin condiciones. Exigen flexibilidad total, sin contar con los derechos de los trabajadores (los hay que cuestionan incluso que un trabajador tenga derecho a ningún tipo de descanso, como si de un esclavo se tratase)
Y aquí esta el problema, que da igual el número de contratos que existan, no es cuestión de números, sino de control. Igual que un trabajador es controlado por sus jefes para que cumpla con su trabajo, las empresas han de estar bajo el mismo control para que no comentan fraudes en las contrataciones, y por supuesto que no se dediquen a la explotación laboral.

¿Por qué entonces tanta preocupación por el número de tipos de contrato? Más bien es una cortina de humo para enmascarar unos contratos cada vez más precarios, y que además permitan escapar a cualquier tipo de control. Si a esto se le suma las últimas reformas laborales, el poder de los empresarios cada vez en más fuerte, hasta el punto de poder saltarse cualquier obligación en la contratación cuando quieran.
Pero mientras se discute si cinco o cuarenta, si blanco o negro, el número de desempleados crece, los contratos cada vez son más precarios y la economía, ante esa falta de estabilidad laboral, sigue en recesión.
Claramente el diálogo social está roto, pero lo peor es que se nos entretiene con unos números que no arreglan nada, mientras el chantaje y la extorsión de unos pocos sigue poniendo en peligro el futuro de todo un estado.

miércoles, 28 de agosto de 2013

No a la guerra, otra vez

Hace años, millones de ciudadanos salieron a la calle en protesta ante la guerra de Irak.

Una guerra que se urdió con mentiras y manipulación, solo para beneficiar a las grandes potencias mundiales y desestabilizar la economía de la zona, y de paso la del resto del mundo.

Ahora, como antes, las mismas excusas, las mismas manipulaciones, están sirviendo para servir en bandeja una nueva guerra.

Antes fueron las inexistentes armas de destrucción masiva, ahora son unas sospechas sobre el uso de armas químicas. Sospechas, que como entonces se han dedicado a lanzar como ciertas buena parte de los medios de manipulación (algunos los siguen  llamando medios de comunicación) para que la opinión popular vuelva a apoyar otra guerra más. Sospechas que como antes no demuestran nada, y que como antes se basan en suposiciones y manipulaciones interesadas. Sospechas que como antes sirven para disparar primero y luego ya veremos que excusa se pone y a quien se lincha. 
 
Mientras tanto, las consecuencias, igual que antes, ya se están notando. La economía vuelve a convulsionarse, el precio de petróleo y otras materias primas comienzan a inflarse, las grandes multinacionales empiezan a hacer sus números, y por supuesto la gran industria armamentística se frota las manos.
 
No, no justifico lo que está sucediendo en Siria, es un drama cómo cualquier guerra y debería de ser atajado de inmediato. Eso no quita que la intervención de los de siempre vuelva a venderse como la salvación del mundo, cuando está más que demostrado que solo buscan el negocio con el sufrimiento ajeno. Les importa un rábano si hay armas de destrucción masiva o químicas, solo buscan sacar tajada y que las grandes multinacionales que puedan explotar los yacimientos u otro tipo de negocio en la zona, se tiren cómo perros rabiosos sobre la presa más golosas antes de que se la lleven otros.
 
Por eso ahora, igual que antes, cuando se siguen usando los mismos métodos, las mismas excusas, las mismas mentiras, el NO A LA GUERRA ha de seguir tan vivo como antes. Ninguna guerra es justificable y menos las que se urden como negocio para unos pocos. Si no hemos aprendido la lección con el pasado reciente, no es justificación para que más gente muera por nuestra ignorancia.