miércoles, 28 de julio de 2010

León entra el en libro Guinness, los leoneses orgullosos de ello ¿o no?

27 de julio de 2010, 6 de la tarde, los pendones leoneses se preparan para batir un record mundial. Venidos de todas las partes de la Región leonesa están dispuestos a escribir su nombre, otra vez mas, en la historia mundial.
Comienza la marcha hacia la Plaza de San Isidoro. Los balcones están engalanados con purpuradas y miles de leoneses ondean sus banderas al paso de los pendones.
En la plaza de San Isidoro se van concentrando los pendones, el record a batir es de 137 banderas conseguida por los australianos. La tensión va en aumento, los pendones siguen entrando en la plaza flaqueados por cientos de banderas purpuradas. Desde los micrófonos se informa que aún faltan 3 pendones para superar el record. Los comisarios del evento siguen contando y midiendo las varas de cada pendón. A los pocos minutos se anuncia que ya se ha superado el record en número pero que aún hay que aguantar con los pendones alzados durante 6 minutos para hacerlo válido.
Los leoneses siguen agitando sus banderas llenando de color purpura la plaza. Los pendones se reunen en el centro de la plaza y a la orden del orador se alzan todos al unisono. Comienza a sonar el himno de León y, como si de una sola voz atronadora se tratase, la multitud canta orgullos su himno. Mientras suene el himno pasan los minutos, la tensión se palpa en el ambiente, los pendones siguen alzados y le acompañan cientos de banderas leonesas.

El himno se apaga, el orador toma el micrófono y anuncia la consecución del record mundial. León entra en la historia otra vez mas gracias a unos símbolos que son parte de su identidad. La multitud jalea a los grupos de pendones, las purpuradas ondean con alegría, todo León sale a la calle para celebrarlo. Al día siguiente miles de banderas siguen adornando los balcones de la ciudad y de los pueblos que estaban representados en este evento.

Hubiera sido bonito...... pero solo se trata de un record mundial en el que se reunían los símbolos ancestrales de los pueblos de León que son parte de su identidad. No había ninguna balón en la plaza ni ninguna bubucela sonando.

La realidad es que los pendones se concentraron a la seis de la tarde acompañados de una media docena de purpuradas. A su paso la gente preguntaba ignorante que sucedía.
En la plaza de San Isidoro solo una decena de purpuradas ondeaban orgullosas, mientras el resto del público, con las manos en los bolsillos observaba el espectáculo, como si de un circo se tratase.
Al sonar el himno de León, unos pocos se atreven a cantar su letra mientras otros solo la tararean o la acompañan con las palmas, amén de aquellos que ni lo uno ni lo otro.

Si este evento se hubiese producido en otras regiones seguro que la gente habría salido en masa a la calle para celebrarlo. Aquí, como por desgracia es habitual, se siente vergüenza de mostrar y demostrar el sentimiento leonés.
¿Orgullosos de ser leoneses? No lo se, cada vez lo dudo mas.
Nos quitan nuestra historia, nos quitan nuestra cultura, nos quitan nuestros recursos.... y además los leoneses nos dejamos quitar hasta nuestro orgullo.

Solo puedo sentir pena y tristeza por el comportamiento del pueblo leonés que no ha sabido sacar y mostrar lo que son a la calle. Aunque me siento orgulloso de todas esas asociaciones que bajo un calor sofocante, han sido valientes y a pesar de la pasividad de muchos leoneses portaban a la perfección los pendones leoneses acompañados por la música tradicional que las asociaciones interpretaban con toda su ilusión.

2 comentarios:

Coronel Kurtz dijo...

En la parte central cel acto sí hubo más ambiente.Pero tienes razón, que la aculturación castellanista está marginando todo lo leonés.Por eso es más importante que nunca no rendirse.Ya hay promociones de nios que voluntariamente estudian leonés,hay más celebraciones culturales leonesistas en Zamora y el comeinzo de un cierto sentir salmantino-leonés se nota.No hay que rendirse.Nosotros abrimos puertas, pero no nos lo van a poner fácil.

elialalric dijo...

En la parte central del acto no creo que llegase a un docena de purpuradas entre el público. Y una docena entre cientos es muy poco.

Por supuesto la solución es continuar la lucha, pero hoy en día esa lucha casi empieza desde cero, a pesar de algunos pequeños sintomas.