Ayer veo con sorpresa que en un pueblo de Gerona se han visto obligados a acallar los cencerros porque su ruido les molesta a los domingueros de turno. Domingueros que llegan de la gran ciudad donde el ruido es algo con lo que se convive a diario.
No es comprensible que por culpa de las quejas de unos visitantes esporádicos se tengan que cambiar costumbres centenarias. Si les molestan los cencerros que se vayan a otro sitio, que los cencerros son del pueblo y los domingueros no son mas que invitados.
¿Hasta donde va a llegar la estupidez del ciudadano de las grandes urbes? Les gusta perderse los fines de semana en el campo para olvidarse del agobio de la gran ciudad, pero quieren adaptar ese campo a su gusto. Fuera ruidos, fuera olores, fuera animales por las calles, en pocas palabras, fuera zona rural para construir un pedazo de gran ciudad en el campo.
Si esto se empieza a generalizar, además de cencerros silenciados, seguro que vemos a los pastores llevando a sus rebaños a recintos especiales para que hagan sus necesidades o con bolsas recogiendo las heces de vacas o cabras, no vaya a ser que algún estirado dominguero encuentre una caca de vaca por el camino y le moleste.
Espero que los ganaderos y granjeros no se dejen amilanar y ganen su batalla contra estos domingueros intolerantes que no respetan la vida de los ciudadanos del campo.
lunes, 2 de febrero de 2009
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