viernes, 13 de abril de 2018

El leonesismo en 1930 y ... también hoy

Últimamente salen muchos artículos, comentarios, discusiones y otros relatos intentando definir lo que significa el leonesismo.

Rebuscando entre la hemeroteca histórica, uno se encuentra con una definición bastante precisa, hermosa y acertada, que tras el paso de los años sigue siendo válida hoy en día, a pesar de haber sido publicada el diario "El Imparcial" el 24 de enero de 1930 por Celedonio Negrillo

Sin más, esto era, y sigue siendo el leonesismo, con todo lo que implica, pero también dejando claro que no todo sirve ni todos merecen ese calificativo de leonesistas.

"El leonesismo, ese dulce sentimiento regional que brota del alma como el amor de madre, ese afán por el terruño que nos vio nacer, en el que se desarrollaron nuestras inteligencias y crecimos a la par que los árboles de sus campiñas; en d que mariposeamos buscando un amor y un rincón donde formar nuestro nido, no puede ser nunca confundido con ideales más o menos legítimos, y mucho menos servir de medio para conseguir ciertos fines.
El leonesismo no necesita de apóstoles, porque brota de cada pecho con la espontaneidad que en primavera brotan las margaritas sobre el césped de los prados. No necesita de maestros, porque el leonismo es amor puro, amor de Natura que germina y se desarrolla a la par que la vida de todos los seres de la creación.

Leonesista, es el que cree que el sol brilla en su tierra con más intensidad que en el resto del orbe; el que no encuentra belleza más sugestiva que la de sus enriscadas montañas, ni aguas tan puras y cristalinas como las de sus ríos, ni monumentos más suntuosos que los de sus ciudades. Leonesista es el que se siente atraído a la tierra que le sustenta; el que lucha por acrecentar sus valorea, ensalzar sus riquezas, conservar sus costumbres, estimular sus virtudes y extirpar sus miserias.

Esto no quiere decir que todos los leoneses o los que de León han hecho su patria chica, se sientan poseídos de ese santo sentimiento de amor al terruño. Casos de traiciones, de indignidades, de desamor, los registra la Historia por millares: Judas, al vender a su Maestro, precipitó la tragedia del Gólgota: Don Oppas, traicionando a los godos, convirtió a España en colonia de Damasco: el desamor de algunos españoles desmembró del territorio español las tierras americanas.

El hijo desnaturalizado que maltrata a la madre: el padre que huye del hogar, abandonando al hijo y a la esposa; el perseguido por la justicia que cambia de lugar y nombre para no ser descubierto, esos, que no sienten latir sus corazones al impulso del más puro amor de los amores, ni pueden ser leonesistas, ni están capacitados para oficiar de sacerdotes en el sagrado templo del leonesismo, aunque tengan una oratoria más florida y subyugante que la de D. Emilio Castelar."

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